La Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (Cuti) organizó una conferencia en el Club de Golf en el que expertos y empresarios coincidieron en señalar que el camino para competir en el mercado de la innovación pasa por entender las grandes olas de disrupción tecnológica, decidir estratégicamente cuáles son relevantes para cada empresa y combinar las nuevas tecnologías existentes de manera novedosa para su mercado.

El director del Master en Gerencia de Empresas Tecnológicas de la Universidad ORT Uruguay, Marcel Mordezki, sostuvo que las innovaciones disruptivas se procesan en torno a las grandes empresas mundiales y que sus resultados, como las tecnologías Mobile, Cloud Computing o Internet of Things, son datos de la realidad para las empresas uruguayas. “Estos son movimientos tectónicos de las empresas más grandes del mundo”, afirmó.

En ese sentido, indicó que las grandes empresas innovan y generan disrupciones en el mercado, crean soluciones a problemas ya existentes, ofrecen productos novedosos y hacen desaparecer tecnologías anteriores.

Ante esta realidad, señaló que “se abren grandes oportunidades de negocios para los jugadores más pequeños del mercado que pueden apostar a la combinación innovadora de tecnologías existentes y la generación de experimentos rápidos y de bajo costo”. Dispositivos que permiten controlar la depresión y ansiedad, y celulares que controlan la presión arterial, son algunos ejemplos.

Mordezki también comentó que por un lado está “la vieja escuela de la innovación”, que requiere de grandes equipos, mucha investigación y gigantescas inversiones, mientras que por otro aparecen las empresas con equipos pequeños que utilizan infraestructura y software como servicio, creando soluciones novedosas y lanzándolas al mercado mediante plataformas ya existentes. Con este modelo, que según el especialista es el recomendado para Uruguay, “se consiguen resultados competitivos pero con inversiones mucho menores”.

“El mundo está comenzando a seguir un patrón de innovación ’a la uruguaya’, entendido como un entorno con escasez presupuestal para innovación, sin  grandes departamentos dedicados a investigar, haciendo las cosas en pequeño, experimentando, obteniendo feedback de los clientes y volviendo a invertir sólo si funcionan. Las grandes empresas están probando modelos más rápidos, se están animando a experimentar”, resumió el experto.

A su turno, Gabriel Camargo, CEO de Ingenious Softworks, empresa especializada en behavioural design, afirmó que lo más importante para que una empresa sea innovadora es “el cambio de cabeza”. Agregó que si bien “cada vez es más barato experimentar y hacer prototipos”, el proceso sólo es válido si está “relacionado a la voluntad y a un cambio de mentalidad”.

En tanto, Álvaro Lamé, fundador y CEO de Netgate, señaló que su empresa comenzó a innovar desde su propia fundación, hace veinte años, generando movimientos disruptivos cuando se lanzó al mercado de servicios de Internet y con el impulso del teletrabajo. “La tecnología y las comunicaciones, el sector en que nos movemos, nos han llevado de la mano. Cuando empezamos a innovar lo hicimos sin saber que eso iba a tener un efecto disruptivo”, relató el empresario.

Finalmente, Gastón Milano, gerente de Desarrollo de Genexus, comentó que para el equipo que dirige el objetivo es solucionar problemas y para ello la innovación es una variable muy importante. «Tomamos la innovación como una de las cuatro vitaminas de la empresa. Las otras tres son la producción, la administración y la integración. Ellas guían nuestro trabajo y ninguna funcionaría bien sin las demás», afirmó.