El Movie de Punta Carretas Shopping recibió a importantes personalidades de nuestro medio, con motivo del Avant Premiere de la película uruguaya del momento: Misión No Oficial.

La película que se estrenará el próximo 7 de setiembre, fue realizada por Loro Films y Pardelion sobre la venta legal de marihuana en Uruguay.

El film, es una parodia sobre el proceso de venta del cannabis en las farmacias del país.

El camino del humor fue algo que unió fuertemente a Denny Brechner, a Alfonso Guerrero y a Marcos Hecht, los tres directores, productores y guionistas de “Misión No Oficial”, la película que se estrenará el viernes de la próxima semana en varias salas del país. Lo habían empezado a cultivar cuando hicieron una cámara oculta en una farmacia  en decadencia que decidió anticiparse y vender brownies de marihuana.

Más allá del millón de reproducciones que tuvo y de la repercusión en medios internacionales de prestigio (Le Monde y The Guardian, entre ellos), aquella experiencia los reafirmó a la hora de hacer su primer largometraje. Al decir de Hecht: “la película está planteada bajo un tipo de humor que de alguna forma nos es común a los tres y tiene que ver con la alteración de la realidad hacia un absurdo que mantenga verosimilitud; lo cual es reafirmado tanto por Guerrero al sostener que “el humor está en los ritmos y el juego entre la realidad, la fantasía y lo absurdo”, como por Brechner, para quien “en el humor está la sal de la vida: el análisis de cualquier situación puede ser interesante desde la óptica seria, pero si le ponés humor es infinitamente mejor”.

Esto lo dicen además ahora, después de haber hecho “Misión No Oficial”, un juego en el que la propia realidad uruguaya sirve de contexto para situar una operación secreta en la que tres impensables agentes son enviados a los Estados Unidos por el mismísimo presidente de la República para resolver la necesidad imperiosa de marihuana. La punta de ese ovillo la vio Brechner. “La legalización de la marihuana en Uruguay fue un momento histórico a nivel mundial”, dice. “Al surgir la idea estando en EE.UU. sentí que se habían alineado los planetas. Veníamos de hacer un video explosivo, no había un enfoque cómico del tema (ni en Uruguay ni en el mundo) y por primera vez un Estado en EE.UU. legalizaba recreacionalmente. A la vez la realidad uruguaya superaba a la ficción, porque había ley pero no había porro”.

Este anacronismo era una invitación perfecta para mostrar cómo “la fantasía habita en la realidad misma” (Guerrero). Sin pensarlo, hasta el propio presidente José Mujica aportó lo suyo para que aquella fantasía creciera y se transformara en uno de los nudos que el espectador desatará recién a la hora de ver la película. “En muchas situaciones sentíamos que habíamos dado con algo especial”, agrega Guerrero.

Pero la manipulación de la realidad desde la ficción tiene sus costos, sobre todo cuando se parte de un esquema donde la improvisación tiene fuerte incidencia, exigiendo un estado de alerta casi permanente para sus directores. Uno de esos costos fue la renuncia a los actores profesionales. Prefirieron apostar a los personajes cuando eligen al propio Brechner para interpretar al farmacéutico Alfredo, a su mamá en la vida real (Talma Friedler) para que siguiera siendo su mamá en la ficción, y a un profesor de la ORT, Tato Olmos, para que le prestara el físico a un policía uruguayo bastante maltrecho. La opción les permitía más libertad para manejar una realidad cuyo desarrollo no podían prever del todo. Hoy se pueden sonreír pensando que “no se necesita un presupuesto millonario para hacer una película con actores yanquis” (Hecht). Ellos los tuvieron.

Otro de los costos vino del hecho de que un instrumento para alterar a la realidad fue el uso de disfraces. Puede resultar divertido pensar que los estadounidenses que conducen el movimiento de legalización de la marihuana se creyeron que Alfredo era el presidente de la Cámara Uruguaya de la Marihuana Legal y que le abrieran, a él y a su mamá, las puertas y los escenarios para que lanzaran sus alegatos que inexorablemente culminaban, para envidia de los estadounidenses, con la consigna “un gramo de marihuana, un dólar”. No fueron los únicos creyentes involuntarios, también algún jerarca uruguayo cayó en semejante enredo.

Todo eso tuvo sus picos de estrés real. Brechner sufrió un ataque de paranoia en Nueva York y tuvieron que mandar para sus casas a cinco tipos a los que habían disfrazados de agentes de la DEA. En Washington DC casi terminaron presos. El miedo los acompañó en otros momentos, de tal manera que, como dice Guerrero, “la película en cierta forma es la punta del iceberg sostenida por una historia gigante debajo”.

Claro que hubo situaciones de las otras, de esas que con el tiempo provocan más risas. Como  un día que llegaron a la chacra de Mujica y, sin que el presidente lo supiera, llevaban de todo para hacer un asado y de esa manera ganar más tiempo para el rodaje. Mujica no se prendió con la idea pero las bolsitas del supermercado insisten en recordar aquella anécdota que es hoy parte de la película.

El otro gran costo de haber manipulado a la realidad está en la casi inexistente estructura financiera que posibilitó la producción. Fue necesario que el rodaje se hiciera en secreto y por lo tanto no era posible presentar guiones a los habituales fondos de apoyo a la realización cinematográfica. Nada se podía revelar. Recién al tener la obra finalizada consiguieron los fondos que el Instituto del Cine y el Audiovisual de Uruguay (ICAU) da a las películas. En esta etapa también consiguieron el interés de Rodo Sayagués, co-guionista y co-productor de “No respires”, radicado en Hollywood, que al encontrarse con “Misión No Oficial” decidió apadrinarla convirtiéndose en productor ejecutivo. La película empezará a exhibirse en los cines a partir del jueves 7 de septiembre, con la fuerte convicción de sus responsables de que encontrará el apoyo del público.

VER TODAS LAS FOTOS AQUI