Mientras observo un vídeo de Asma al-Asad en donde abraza a niños y mujeres y les habla en un discurso hace unos años atrás, todo indica que su esposo Bashar al-Asad acaba de realizar uno de los mayores ataques químicos contra una población de los últimos tiempos.

La oposición siria acusa al régimen de Bachar El Asad de perpetrar el peor ataque con armas químicas de los últimos 25 años, que, según el recuento de sus activistas, causó la muerte este miércoles a al menos 1.420 personas en el este de Damasco, en el suburbio de Ghuta. El Gobierno reconoció que el área fue atacada por ser un baluarte rebelde, aunque por supuesto negó de plano el uso de armas químicas.

Las decenas de vídeos grabados de manera precaria que muestran a adultos y niños muertos o agonizando, sin rastro de sangre o heridas, con problemas para respirar, convulsiones, espuma en la boca y pupilas dilatadas, hacen presumir a los expertos en la materia de un ataque químico inequívoco. «Los médicos dicen que son síntomas de gas sarín», contó Bayan Baker, una enfermera de urgencias del cercano hospital de Duma citada por Reuters.

Un oficial del Ejército sirio leyó un comunicado en la televisión oficial en el que calificó de «falsas» las acusaciones y las atribuyó a la «histeria» opositora por su debilidad. El ministro de Información, Omran Zoabi, aseveró que son calumnias «ilógicas y fabricadas» que buscan alterar el trabajo de los inspectores de la ONU.

Sin embargo las imágenes están muy lejos de la «histeria», y todo hace presumir que el Ejército al mando del presidente Sirio esté buscando «justificativos» para eludir la gravedad de estos hechos.

Es una situación que hay que seguir muy atentamente», dijo una fuente militar de Israel, país que junto a EE UU, Francia, Reino Unido y Turquía dice tener pruebas de que el régimen ha atacado con armas químicas en estos dos años y medio. «Por lo que sabemos, los rebeldes no disponen de esos medios», añade.

Siria, según los servicios secretos occidentales, cuenta con unas mil toneladas de agentes químicos, sobre todo gases sarín, mostaza y VX, el mayor arsenal de Medio Oriente.

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