En medio del trabajo para revertir las consecuencias de las inclemencias climáticas, nos recibió en su despacho el intendente de Colonia, el nacionalista Walter Zimmer.
Zimmer, médico cirujano y endoscopista, sigue dedicando los viernes al ejercicio de la medicina. Intendente de Colonia por segundo período, no puede ser reelecto y todavía no sabe qué será de su futuro político.
Tiene 68 años, está en pareja, es padre de tres hijas y abuelo de un varón y dos nenas. Fue un militante periférico del MLN y activo militante frenteamplista hasta el retorno a la democracia, donde se sintió desplazado por las directivas emanadas desde Montevideo por el Partido Comunista.
Se recibió de médico en octubre de 1974, y su primer trabajo, a instancias de un vecino, fue como médico de Danubio, equipo del cual se hizo fanático, y donde trabajó dos años, junto a la dupla técnica Bentancour – Gesto.
¿Qué quiere decir Zimmer?
Es una palabra de origen suizo-alemana, que quiere decir cuarto, pieza, habitación. Es un apellido común en Alemania. Incluso a la calle que pasa por lo que era el límite entre Berlín Este y Oeste, le pusieron ZimmerStrasse.
Sus padres nacieron en Uruguay.
Sí. Mi padre es uruguayo y mi abuelo también. Mi bisabuelo, Joseph Zimmer, era alemán y vino joven a Uruguay. Vino en la época de la hambruna, en 1862-1863. Con un grupo de inmigrantes entraron por el río Rosario. Era quesero y se estableció en la zona de influencia de Colonia Suiza. Se casó con otra inmigrante. Mi abuelo se casó con una austríaca y ya mi padre rompió esa tradición y se casó con una uruguaya. Tuve la oportunidad de ir a Alemania, a la región de donde eran originarios mis ancestros. Pude acceder a documentos, y verificar lo impresionante que era la hambruna de la época en que vino mi bisabuelo. En esa época se tenía la costumbre de registrar lo que dejaban como «herencia» las personas que morían. Una, por ejemplo, era una silla y una cama de paja. Y las causas de muerte, que también se registraban, eran anemia y una infección dental, por ejemplo. Esos eran mis tatarabuelos.
Usted comenzó joven su militancia política, y con vinculaciones con la izquierda ¿no?
Comencé acompañando a mi padre acá, en Colonia, con la lista 19 del Partido Nacional, que es la que yo tengo ahora. Estaban Carminillo Mederos y Foncho Greising; luego se pelearon y este último largó la lista 20.
Uno más.
Sí; y quedó Carminillo con la 19. Ahí militó mi padre, que siempre fue blanco. Mi madre era apolítica total. A mí siempre me atrajo la actividad política, porque además admiraba mucho a mi padre. En 1963 fui a estudiar a Montevideo. En aquella época, los grupos blancos no estaban identificados, como sí lo hicieron más adelante. Más bien eran grupos independientes, donde estaba mezclado de todo un poco. Milité en esos grupos, y por 1966 me vinculé al Partido Demócrata Cristiano (PDC). En esas elecciones se votó la reforma constitucional. Para el régimen presidencial, voté al PDC, y para el Colegiado al Partido Nacional. Después comencé la militancia en la Federación de Estudiantes (FEUU) y más adelante me vinculé a la creación del Movimiento 26 de Marzo, cuando se fundó el Frente Amplio. Sentí que no había respuestas desde el lado donde estaba militando previamente; como que estaba muy vinculado a la derecha del espectro político y no respondía a las vivencias y expectativas que tuve como estudiante. Uno vivió en la militancia, defendiendo el presupuesto y la autonomía de la enseñanza, un montón de temas que en ese momento nos motivaban. En 1971 voté al Frente Amplio.
¿No lo sedujo Wilson?
Para mí lo de Wilson fue un hecho muy importante, pero en ese momento había una fuerte corriente entre la transitabilidad de un movimiento político legalizado -el 26 de Marzo- y la parte ilegal, a la cual me había vinculado, que era el MLN. Yo era un militante periférico; nunca fui un cuadro importante ni mucho menos. Simplemente fui un apoyo. Distribuía comunicados cuando el golpe de Estado, con el riesgo que eso implicaba. También tuve alguna gente que estaba requerida en mi casa y realicé alguna asistencia puntual como médico. Cuando llegó la etapa de desmantelamiento del MLN nos desperdigamos, y yo tuve la suerte de no caer preso porque no me cantaron los compañeros. Tampoco nunca participé en acciones armadas; nunca usé un «fierro». Pero estaba involucrado.
¿Cuándo volvió al Partido Nacional?
Estuve militando en forma clandestina en el Frente Amplio, y en 1979 volví a Colonia como cirujano. Permanecí en el FA hasta 1984, cuando se comienza a procesar el retorno a la democracia. Habíamos conformado del Comité de Colonia, y cuando retorna la democracia baja el lineazo de Montevideo, de autoridades del PCU, dando las directivas a seguir. Comenzaron una serie de discusiones, y al cabo de seis meses renuncié. Me vinieron directivas de acatamiento a las órdenes que daba Seregni y un grupo de directivos y renuncié. Nunca acaté a mis viejos y por lo tanto no iba a terminar acatando un papel firmado.
O sea que en las elecciones de 1984 también votó al Frente Amplio.
Sí, claro. En ese momento era integrante de la IDI (Izquierda Democrática Independiente), que después dio origen a la Vertiente Artiguista. Estábamos ahí algunos ex integrantes del 26 de Marzo. Entonces, renuncié. Nunca fui marxista; siempre fui independiente. Era muy frecuente en el MLN y el 26 de Marzo que hubiera personas de origen blanco. De hecho, al igual que yo, muchos retornaron al Partido Nacional. Luego de renunciar al FA estuve más de dos años sin desarrollar actividades políticas; me fui amargado y desilusionado del FA. El que fue intendente a partir de 1990, Juan Carlos Curbelo, que murió electrocutado a los dos años, junto al escribano Néstor Odriozola, me pidió que les diera una mano. Hacía un tiempo que habíamos comenzado a charlar, pero más por amistad que por vinculación política. Me plantearon volver al Partido Nacional. Les dije que «no», que no quería saber de nada con la política. Me había desilusionado y no quería pronunciar más la palabra «política». Tuve dos desilusiones: cuando entré a Facultad, y luego cuando pensé que uno podía demostrar su militancia y capacidad de liderazgo y dirigentes que venían de arriba y nadie los conocía te tiraban para afuera de un plumazo. De tanto conversar me lograron convencer de que les diera una mano para las elecciones. Me afilié al Movimiento Nacional de Rocha, de Carlos Julio Pereyra, y a partir de ese momento quedé militando dentro del Partido Nacional. Algo que iba a ser solamente por las elecciones quedó permanente. Debo reconocer que lo que nunca pude decir y hacer en el Frente, pude hacerlo dentro del Partido Nacional, donde se me brindó la posibilidad de tener libertad de pensamiento y acción. Siempre fui un tipo de izquierda, y dentro del Partido Nacional me permitieron permanecer en una posición crítica. Eso me valió que en un determinado momento me tomaran en cuenta. El Partido Nacional siempre fue un partido del centro, con un ala de derecha y una de centroizquierda. Estaba desde el «aguerrondismo», los sectores ultraconservadores, pasando por el wilsonismo al centro y Carlos Julio Pereira un poquito más a la izquierda. Ahí me fui identificando.
Hoy en día Carlos Julio Pereyra está apoyando a Lacalle Pou, que se lo identifica con el ala más conservadora.
Cambió. Está muy viejo, con un verso absolutamente cambiado. Ya no es lo que era en aquella época. Su discurso cambió. Creo que su apoyo a Lacalle Pou es más bien por simpatías. Hay una persona que viene de la derecha del Partido Nacional, joven, que tiene a su lado a la vieja estructura ortodoxa tradicional del Herrerismo, y se le fue agregando gente del centro, wilsonista. Es el caso de Javier García, Álvaro Delgado, el propio Carlos Julio. Han creado un grupo con una expectativa de futuro, no de ahora. Dentro de los que apoyamos a Larrañaga -yo siempre pertenecí al grupo de él- está la mayoría del wilsonismo y el sector que estoy yo, que está a la izquierda del wilsonismo, y es un ala no despreciable del Partido.
¿Se sigue considerando una persona de izquierda?
Sí, más bien de centroizquierda. Hoy las palabras izquierda, centro y derecha se utilizan en forma muy banal. Eso deriva de la época de la dictadura militar.
Desde su punto de vista ¿hay espacios para la izquierda fuera del Frente Amplio? Y no me refiero a la que se cataloga como izquierda radical.
Creo que sí. También hay espacio para esos que están más a la izquierda que el Frente, pero estos son grupos testimoniales, que creo que trabajan con un figurín muy viejo. Es gente nostálgica, y los tiempos han cambiado. Hasta a «Nuestro Compromiso con Usted» de Wilson, hay que hacerle variantes importantes para que pueda ser real y viable. Pero yendo a su pregunta, creo que la izquierda no es patrimonio del Frente Amplio. Me refiero al concepto de izquierda del que se habla: justicia social, erradicación de las desigualdades, distribución de la riqueza, campo y ciudad. Creo que debe haber una mirada de izquierda, con un concepto social. Sin ingresar en el marxismo. Yo no soy marxista, soy un tipo independiente, y la izquierda está dentro y fuera del marxismo. Coincido con el concepto actual de izquierda que implica el predominio de la justicia social. Por supuesto que tengo visiones diferentes a las del Frente Amplio. Algunas de mis visiones están representadas por el Presidente de la República. Con Mujica me siento muy identificado en muchos aspectos. Por ejemplo, interpretó correctamente el concepto de público-privado.
Bueno, Mujica tiene su origen en el Partido Nacional.
Es interesante, porque si bien yo comparto el concepto de justicia social de la izquierda, creo que, a pesar de todo lo que se ha recaudado en estos años por diversas vías, el Gobierno no llegó a cubrir las expectativas. No las cubrió y sigue habiendo el mismo porcentaje de desamparados. Se habrá corregido algunos casos puntuales. Se dice que disminuyó el número de pobres… pero ingresaron otra clase de pobres. Esos son los temas que me interesan, y en cuanto a inversores, yo apuesto al capital privado, como ha hecho Mujica. Nosotros somos los que tenemos que controlar y fiscalizar; el privado arriesga y pierde o gana. Creo que por ahí va la cosa. Si el Estado va a ser socio o fiscalizador, va a depender de qué obra estemos hablando.
Usted ahondó un poco en el concepto de justicia social, izquierda y derecha. Lacalle Pou, como usted bien afirmaba, aparece como proveniente del ala derecha del Partido Nacional.
Sí, el ala conservadora diría yo.
Bien, el ala conservadora. Si él ganara la interna, ¿se vería votando a alguien proveniente de esa ala conservadora?
Si Luis Lacalle Pou gana la interna del Partido Nacional, yo soy integrante del Partido y debo respetar la interna. Yo estoy trabajando para que el candidato a presidente sea Larrañaga, porque creo que, tanto sea sentado en el sillón presidencial o negociando desde la oposición, la experiencia y trayectoria de Larrañaga pesa mucho. Imagínese que el FA ganara y lo haga en segunda vuelta, sin mayoría parlamentaria. Nosotros no estamos de acuerdo con las mayorías absolutas, que hacen lo que quieren simplemente levantando la mano. Creemos que la negociación debe estar en la base de todo gobierno. Hay temas que son políticas de Estado, y deberíamos tomar el ejemplo de Itamaraty, en Brasil. Usted podrá ser más conservador o más progresista, pero sobre la salud, educación y seguridad; sobre el derecho que tenemos todos a disponer de las mismas oportunidades, deberíamos tener una base común. Se dice que cuando nacemos somos todos iguales, que lo hacemos desnudos y de un vientre materno. Pero eso no es verdad, no nacemos todos iguales. Más de un 20% de los niños nacen de un vientre materno que tiene anemia, y ya entran con un déficit. Ahí es donde creo que deben entrar las políticas de Estado. No podemos permitir que haya oportunidades para unos, y para otros no. En el Interior, la escuela pública sigue teniendo su prestigio, pero en Montevideo, la gente es capaz de no comer para poder pagar un colegio privado.
El tema de la educación parece que tiene sus aguas divididas entre Montevideo y el Interior.
Sí. Nosotros bregamos, por ejemplo, porque haya escuelas de tiempo completo en todos lados. Acá hay solo una.
Hay propuestas de algunos especialistas y sectores políticos de que las Intendencias pasen a gestionar algunas escuelas. Que desde el Estado se las siga financiando, pero que se municipalice la gestión. ¿Está de acuerdo?
Ese tema parte desde el concepto de la descentralización. Es un viejo concepto federal, de la época de Aparicio (Saravia) y más atrás aún, de Artigas. Nosotros creemos en las autonomías de las Intendencias. No nos asusta asumir otras responsabilidades. Si nos dan la enseñanza, la salud, y los recursos para ello, estamos dispuestos.
Pero ¿tendrían que tener más autonomía desde ese punto de vista?
Sin dudas. Debemos revertir la concentración, el espíritu batllista que sigue predominando dentro del país, que es ese centralismo que no se ha podido evitar. Obviamente que con recursos, y cuanto más lejos de la capital se esté, más apoyo debe haber.
Usted no puede ser reelecto en las próximas elecciones. ¿Dónde se ve?
No sé. Mi agrupación -el Espacio 19- es fuerte, tiene varios aspirantes. Ellos van a competir en las internas para ver quién es el candidato a intendente. Aspiramos a ganar nuevamente, para que haya continuidad en la gestión, en temas en los cuales pusimos énfasis: apoyar el campo, el patrimonio, que estaba muy caído, rescatar los valores del Interior y mejorar todo lo que sea el turismo, manteniendo un sano equilibrio con la producción y la industria.
Y usted, ¿se ve candidato al Senado?
Eso lo va a decidir el sector; si me da la ubicación en la lista al Senado, iré. La nueva ley, que establece que una de cada tres candidatos sea mujer, ha limitado las aspiraciones de algunos. Tenemos cuatro intendentes de Alianza que no pueden repetir.
Usted; Besozzi, de Soriano; Lafluf, de Río Negro y Ezquerra, de Tacuarembó.
Exacto. Son cuatro, y serían cuatro postulantes al Senado. Pero a su vez, también aspira al Senado el actual senador Moreira, que además podría competir acá en Colonia con nuestro sector por la Intendencia. No olvidemos que también en Canelones hay un grupo muy fuerte, con Peña y Perdomo, y en Montevideo está Gandini. Estamos hablando de uno por Montevideo y otro por Canelones, más cuatro ex intendentes, son seis.
Y el primer lugar es de Larrañaga.
Exacto. El primero es Larrañaga; queda uno, después una mujer; después dos más…
Es un fenómeno de todo el espectro político, pero hay pocas mujeres en cargos de relevancia.
No solo hay pocas; también hay pocas que tengan ganas. Acá tenemos a la alcaldesa de Colonia Suiza, María de Lima, que tiene ganas, pero si rasca un poco, no hay muchas. En nuestro sector están Verónica Alonso, Sandra Etcheverry, Beatriz Argimón…
La intendenta de Lavalleja, Adriana Peña.
Ella puede ser reelecta, pero seguramente figurará en alguna lista, a la diputación o al Senado. Pero no hay muchas mujeres. Mi aspiración es a seguir en la política, si la política me da el espacio. Pero no voy a cometer locuras.
Las versiones que han circulado de que Tabaré Vázquez estaba procurando algún acercamiento con usted, ¿tienen asidero?
No. Con Tabaré tengo muy buena relación. Viajé con él como integrante de la oposición, invitado por él, a Dubái, y hemos conversado en varias ocasiones. Él conoce mi historia política, y siempre que me ve me dice: «mirá que tenemos que hablar». Pero nunca ha pasado de eso.
¿Cuáles serían a su entender los tres principales logros y las tres principales fallas o carencias del gobierno de Mujica?
Creo que uno de los logros fundamentales fue la unificación de la patente de vehículos. Eso lo logró junto con nosotros los intendentes, y yo diría que conmigo. Pudimos lograr la paz en un tema que venía de hace más de 40 años.
Yo a veces, cuando voy a garaje de mi edificio, me pregunto si estoy en Montevideo o en Colonia.
Y sí; eso es fruto de la guerra de las patentes, pero a medida que vaya pasando el tiempo los autos van a tener las chapas de los lugares donde sus dueños viven. Creo que otro logro del gobierno de Mujica fue navegar en un río turbulento en las relaciones con Argentina. Eso fue importante. Yo tengo 68 años y viví la época en la cual Perón bajó la cortina, y eso nos mató. Los gobiernos pasan y los países quedan, y debemos tener la paciencia suficiente para comernos todos los días un sapo. Fue un logro haber tolerado muchas veces actitudes argentinas que a todos nos chocan. Pero parecería que hay sectores políticos que quieren romper. Esto que pasó hace unos días, de diputados que fueron a las Malvinas, me resultó un acto de total desubicación. Si hubieran sido cuatro ciudadanos uruguayos comunes y corrientes, no importa. Que vayan los que quieran. Pero representantes nacionales… es como que les mojáramos la oreja. Creo que fue una actitud que no le hizo nada bien a la política internacional del país. Yo integro el «Foro Malvinas». En ocasión de la guerra, en 1982, me anoté para combatir en las Malvinas. Me considero entonces con suficiente autoridad para decir lo que estoy diciendo.
¿Otra virtud?
Darle al Congreso de Intendentes el valor que se le dio. Con el Congreso de Intendentes, el Presidente está gobernando con los 19 Departamentos. A veces es más fácil que gobernar con el Poder Legislativo. El Congreso de Intendentes funciona por consenso y no por bancadas. Si bien tenemos diferencias, tratamos de llegar al consenso. Y salvo en el tema patentes, donde hubo «tiroteos», siempre llegamos al consenso. Todos cedemos. Hay sectores del Partido Nacional que han querido «parlamentarizar» el Congreso de Intendentes; hacer que se funcione por bancadas. Como hay mayoría blanca; 12, contra cinco del FA y dos del Partido Colorado, lo lógica era que primara la postura del Partido Nacional. Pero eso iba a llevar a que los logros de relacionamiento con el gobierno central fueran nulos. La crisis esta producida por las condiciones meteorológicas ¿cómo se arregla? Sentándose con el Congreso de Intendentes. Somos los únicos que podemos llevarle al Presidente la realidad de cada Departamento. No se la va a llevar ni los ministros ni los diputados. Los diputados no recorren nada. Dan una vueltita y después están en Montevideo. Los de todos los Departamentos. Y ni siquiera los de Montevideo recorren la capital. El intendente es el único que tiene su equipo que le permite decirle qué es lo que realmente pasa en los Departamentos.
¿Errores del Gobierno?
Antes de hablar de las carencias o errores, hay una cosa que dejo en el medio.
¿Ni tanto ni tan poco?
Sí; todo lo que es IRPF, donde habría que ser más blando en el castigo.
¿Tendría que mantenerse el IRPF?
Sí, pero modificarlo para que no sea tan agresivo sobre la clase media. El que gana mucho, pagará mucho, pero lo gana. Y le dará bronca que el 46% vaya para IRPF y BPS. El que gana 10.000 dólares vive, aunque le saquen 4.600 en impuestos. Pero el que gana 30.000 pesos, que está por debajo de la canasta familiar, está comprometido por el IRPF. Eso lo dejo entonces en el medio, porque está para definir, y entiendo que debe ser ajustado por el Ministerio de Economía.
Supongo que también tiene críticas al Gobierno.
Sí claro. Lo que puedo criticar es todo lo relativo a la coparticipación de los gremios en los ministerios y Entes autónomos. No acepto que en Salud Pública, una persona que es dirigente gremial, sea integrante del gremio y a su vez tenga un lugar en el Directorio. El Directorio toma una decisión, él se baja, se cambia de túnica y sale con el bombo en contra del Directorio… y él participa del mismo. Esas contradicciones no se pueden dar. Tampoco se pueden dar las contradicciones que están aconteciendo en la enseñanza. La enseñanza pública está cayendo en el descrédito, y no porque los docentes sean malos. Se han perdido días y días de clase, mientras que la enseñanza privada avanza. Y por eso después, en ciertos ciclos de la vida, se ven las diferencias. Quien proviene de una institución privada tiene más chance de seguir una carrera que quienes provienen de la enseñanza pública. No puede ser que las autoridades, prácticamente no tengan participación. Una cosa es la coparticipación y otra es que ciertos grupos de profesores dirijan la enseñanza y digan qué hay que hacer y qué no hay que hacer, qué se puede enseñar y qué no; cuáles son los libros que hay que poner. Estamos retrotrayéndonos a períodos que me preocupan. Ni que hablar de la salud.
Es uno de sus temas.
Invertimos un montón de tiempo, de dinero, preparación de personal, viajes, conferencias, para el control del tabaco. Bajamos los índices de tabaquismo enormemente. Primero, en base a prohibiciones, y segundo, a promover comportamientos saludables desde la escuela. Se ha llevado adelante un plan. Y justamente por eso estamos en un enfrentamiento con Philip Morris, el cual nos dificulta, si se planteara, un TLC con Estados Unidos. Frente a eso, que fue un gran logro de Tabaré, aparece la postura de legalización de la marihuana, que tira para atrás todo.
¿Por qué?
La marihuana existió, existe y existirá. La droga en sí moviliza grandes capitales. En el mundo hay tres grandes industrias: la armamentística, la del medicamento y la droga. Esas tres mueven la guita del mundo. No es el turismo ni la soja, son esas tres. Si tenemos voluntad política de controlar la droga, hay que conformar un equipo que sea inexpugnable, desde el punto de vista de la decencia. Que estén bien pagos, aunque siempre estará la tentación. Pero si aceptamos que vamos a permitir la marihuana porque no podemos combatirla, tenemos un problema. Con lo que no podemos ¿lo dejamos? Otro tema muy cuestionado: el del aborto. Se vota una ley que nos divide al medio. Cuando usted gobierna, y una mitad dice que sí y la otra dice que no, eso no es una buena señal. El tema del aborto es muy discutido, desde varios puntos de vista: técnico, teológico, biológico. Pero esto se votó y dividió al Uruguay. Cuando se planteó juntar firmas para el plebiscito, nadie se quiso meter; pero el tema dividió. No tenemos las cifras, pero lo que se quiso evitar, que es el aborto clandestino -yo, como médico lo digo-, se sigue realizando. A pesar de que se garantiza la confidencialidad, la persona no quiere que se entere ni el padre, en ciertos ambientes. Esto sirve para el sector más pobre de la sociedad, que tiene que hacerse un aborto y no tiene dinero. O recurre al cabito de perejil o a la consulta legal. Eso posibilita que gente de escasos recursos pueda caer en manos técnicas responsables. Pero de la clase media para arriba, siguen recurriendo al aborto clandestino. Y seguirán existiendo las clínicas de abortos. Despenalizamos el aborto, pero no lo evitamos. No estoy en contra, pero hay gente que sigue lucrando con eso, porque hay demanda.
Entrevista publicada por UyPress