«Candelita que se prenda, candelita que se apaga». Esas palabras del presidente Nicolás Maduro dejaron sin efecto cualquier intento de pacificación en Venezuela. Por el contrario, los llamados «colectivos», el brazo armado más radical del chavismo, operan con total apoyo y protección del poder Ejecutivo.

Estas bandas delictivas salen a patrullar las calles en sus motos, y se reconocen fervientes combatientes de la «revolución bolivariana». Desde el primer día de protestas de estudiantes y opositores, han emprendido una cruenta represión, que ya se cobró la vida de 24 personas. Muchas de ellas han sido responsabilidad de estos grupos armados.

Los «colectivos» tienen su origen en los grupos subversivos de izquierda, radicados en el movimiento 23 de Enero. En un principio eran conocidos como los Tupamaros –quienes hoy en día siguen activos-, pero en los 80 comenzaron las divisiones y se formaron nuevos bastiones. Así nacieron otras agrupaciones como Carapaica, Alexis Vive y La Piedrita, entre otras.

Especialistas en la materia sostienen que el número de estas bandas delictivas en Venezuela puede ascender a nueve mil. Además, su presencia ha ido en aumento desde el fallido golpe de Estado a Hugo Chávez en 2002. Infobae América