Allegados al coleccionista de armas más grande de Uruguay y uno de los más grandes de América, dijeron a El Espectador que el allanamiento que se hizo en su casa de Carrasco y en el que se requisaron más de 1.000 armas, “fue una payasada y una maldad” cometida contra un hombre mayor y enfermo que “no representa peligro alguno”.
Informe de Espectador:
Pusieron como ejemplo que la nieta del coleccionista, una niña llamada Manuela, juega habitualmente en el salón donde estaban las armas, ya que ninguna de ellas estaba en condiciones de ser disparada.
Sin embargo, la Justicia investiga el origen de la mayor parte de las armas que no están declaradas y a nivel de la dirección nacional de Inteligencia se estima que el arsenal era capaz de hacer volar una manzana entera.
Según dijo José Colman, director General de Información e Inteligencia, el coleccionista al que le fue incautado un arsenal de armas en Carrasco no cumplía con ninguna medida de seguridad. Inteligencia constató irregularidades en la conservación de las armas.
El empresario tenía más del 70% del armamento sin registrar; según declaró a la Policía, podría justificar la procedencia de muchas armas, pero no de todas, consigna El Observador.
Las armas, que incluyen granadas antitanques, morteros, lanzagranadas, miras telescópicas para francotiradores, un millar de fusiles y más de 130 mil municiones, pertenecen a un empresario maderero, que es coleccionista.
Colman dijo que el coleccionista no cumplía con ninguna medida de seguridad y que todas las armas estaban prontas para usarse. «Hay armas que sí son de colección en el sentido de que son históricas, que no funcionan y que tienen mecanismos perimidos; pero hay otras que son rifles de asaltos, pistolas en sus cajas originales con los cargadores y la munición tal, como viene de la fábrica y de última generación», afirmó el director.
Su propietario, que sólo tenía permiso para un tercio de los fusiles, guardaba arsenal en un garaje y dos habitaciones de la casa. Algunas de las armas ya han sido trasladadas, pero otras continúan a la espera de su remoción. Por las horas que corren, la Policía trata de definir la procedencia del armamento para descartar que sean robadas o utilizadas en delitos.