CAF – banco de desarrollo de América Latina- junto a Fundación Avina presentó Sistema B, un movimiento global nacido en el año 2012 que promueve un cambio sistémico para producir una economía más beneficiosa en términos sociales y ambientales. Las empresas B son una nueva clase de organización que, además de maximizar rentabilidad financiera crean un impacto material positivo  en la sociedad y el medio ambiente, impacto que se mide por normas de terceros. Se distinguen de empresas tradicionales en razón de su propósito, responsabilidad y transparencia.El sistema ya engloba a 1.040 empresas en 34 países, de las cuales hay 110 registradas en América Latina, mientras que otras 200 están en proceso de formación en la región.

 

Ana Mercedes Botero, directora de la Iniciativa de Innovación Social de CAF, subrayó la importancia de utilizar la fuerza de los negocios para resolver desafíos del siglo XXI en materia social y ambiental y mencionó que “CAF tiene una oportunidad privilegiada para contribuir a construir un ecosistema favorable en América Latina en el que puedan desarrollarse este nuevo tipo de empresas al tiempo de apoyar la consolidación de innovaciones sociales en empresas con propósito y viabilizar la captación de inversión de impacto hacia la región“.

 

Botero agregó que una de las metas a mediano plazo es la de consolidar otras 100 empresas B en la región y trabajar con la academia como un socio estratégico clave que contribuya a estudiar los requerimientos de dicho ecosistema además de “sensibilizar a los alumnos sobre la posibilidad de crear simultáneamente beneficio social y económico”.

 

Pedro Tarak, referente internacional en temas de sustentabilidad y cofundador de Sistema B y de Emprendia, primera empresa B de Argentina, señaló que la característica principal de los “emprendedores B” es “la comprensión de que se debe vivir con un propósito. La primera pregunta que debemos hacernos es para qué queremos vivir. Después, hay que transformar ese ‘para qué’ en el sentido mismo de la empresa. El siguiente paso es hacer que ese propósito sea vinculante y obligatorio. Una vez que se asume en el estatuto este principio, se constituye un nuevo tipo legal de funcionamiento”.

 

En la misma línea Anna Romanelli, una relacionista pública brasileña que desde el año 2003 trabaja con iniciativas de desarrollo territorial y cadenas de valor inclusivas, quien es además coordinadora programática de la Fundación Avina, explicó que “las empresas B son un nuevo modelo de reflexión, una manera distinta de hacer negocios, que apunta a generar cadenas de valor más inclusivas. Estas compañías surgen como la búsqueda de un significado en las propias vidas de los emprendedores”.

 

Guillermo Casarotti, un uruguayo que fundó dos empresas de té en torno a la sustentabilidad -Inti Zen y Chamana-, afirmó que su principal objetivo es “crear espacios de trabajo con sentido. Los empresarios debemos ser motores de bienestar de la sociedad. El dinero viene, es la consecuencia de lo demás, pero no puede ser el objetivo”.

 

Los argentinos Raúl Costa y Ricardo Fenton, que desarrollan sus negocios de ropa y cría de ganado en la base de generar cadenas de valor sustentables, apuntaron que el “propósito” al que aludió Tarak debe mantenerse en el tiempo, constituyendo “los principios sobre los que se basa la empresa”. Ambos hablaron de la continuidad más allá de los creadores y narraron sus respectivas experiencias, que les permitieron generar productos que se diferencian con claridad de los de sus competidores y que finalmente consiguen una mayor aceptación por parte del mercado.

 

Por su parte Gonzalo Muñoz y Sebastián Salinas, empresarios chilenos que encabezan Empresas B, coincidieron en que “el éxito no pasa sólo por ganar dinero” e insistieron en la importancia de tener un propósito para existir.

 

Giselle Della Mea, fundadora de 3Vectores, empresa que impulsó el nacimiento de Sistema B en Uruguay y primera empresa certificada B del Uruguay, recordó que “el desarrollo sustentable debe contemplar las variables económica, medioambiental y social” y  llamó a “construir un nuevo sector de empresas que sean mejores para el mundo”.

 

Por su parte, Julián Ruiz, especialista en derecho ambiental de FERRERE e impulsor de Sistema B en Uruguay, indicó que son 24 los estados de Estados Unidos que ya cuentan con legislación sobre empresas B y otros 14 están en el camino de tenerla. A su vez agregó que Chile ya tiene un ante-proyecto de ley y  que Argentina está trabajando fuertemente en un ante-proyecto. No obstante, la falta de legislación en Uruguay no impide que las empresas puedan diseñar sus documentos corporativos  para acceder a la certificación como empresas B. 

 

CAF -banco de desarrollo de América Latina- tiene como misión impulsar el desarrollo sostenible y la integración regional, mediante el financiamiento de proyectos de los sectores público y privado, la provisión de cooperación técnica y otros servicios especializados. Constituido en 1970 y conformado en la actualidad por 18 países -16 de América Latina y El Caribe, junto a España y Portugal- y 14 bancos privados, es una de las principales fuentes de financiamiento multilateral y un importante generador de conocimiento para la región. Más información en www.caf.com.