Lourdes Rapalín desde hace unos años se encuentra abocada a trabajar duramente en el tema mobbing, participando activamente en conjunto con la Psicóloga Silvana Giachero en Costa Rica, del tercer congreso de bullying, mobbing y violencia doméstica, realizado hace pocos días atrás.

A su regreso a nuestro país, Lourdes fue entrevistada por NetUruguay para profundizar sobre algunos conceptos fundamentales de un tema que para la gran mayoría es un tabú, o simplemente no tiene idea de la importancia del mismo, desconociéndolo totalmente.

Lourdes nos ha manifestado que su meta es no parar hasta que legislen medidas para prevenir e incluso ayudar a las víctimas.

¿Existen profesionales que en lugar de ayudar a la víctima de mobbing la terminan perjudicando?

LourdesRapalinchicoHay aún quienes pretenden colocar en un plano de igualdad la verdad de las víctimas y la verdad de los perseguidores como si la realidad fuera una cuestión de perspectiva y no existieran datos objetivos y objetivables para establecer que las conductas de acoso existen en verdad y que las víctimas no deliran. En lugar de ser percibidas como tales, las víctimas de mobbing suelen ser por el contrario consideradas como justamente retribuidas por un orden social coherente, justo y por un modo de hacer las cosas que no puede ser sino el que es. Situar la verdad de los perseguidores en el mismo plano que la verdad de las víctimas supone que ya no hay diferencia, ni verdad para nadie. Los “amigos de la neutralidad” reivindican su sinceridad y aparente ecuanimidad ante el acoso, pero su verdad supone el linchamiento de víctimas inocentes. Hay que elegir siempre entre estas dos perspectivas: la de la víctima o la del victimario. En materia de mobbing, evitar tomar partido supone siempre una estafa. Toda afectación de neutralidad, impasibilidad e indiferencia ante las víctimas del acoso psicológico en el trabajo, cualquiera que sea su pretexto, no es más que un fraude, una estafa que perpetua el statu quo, prolonga el ocultamiento del mecanismo del chivo expiatorio y nos convierte en cómplices eficaces de todos los perseguidores.

Todos observamos la violencia cuando es física, ¿y la psicológica?

La violencia psicológica dominante en las relaciones humanas actuales es el fruto de este mecanismo de desplazamiento. Preferimos la violencia psicológica a la física porque es más invisible y nos permite mantener una buena opinión acerca de nosotros mismos y al mismo tiempo gozar de los efectos mágicos y trascendentales que toda violencia tiene. Las formas de violencia psicológica basadas en la exclusión, la estigmatización, y la violencia verbal contra un adversario hacen furor y son hoy la tónica dominante en las relaciones sociales.

Somos igual de violentos que antes, pero nuestras maneras se han refinado. Nuestra violencia predominante es ahora de tipo psicológico. Nos hemos vuelto más aparentemente sociables y respetables, pero seguimos sin saber como cooperar, colaborar y unirnos si no es contra alguien, un tercero al que considerar nuestro enemigo común. La era de la guerra desencadenada contra el vecino geográfico más cercano, y de la violencia física directa contra un enemigo externo a destruir, ha dado paso a la era actual de la violencia psicológica en la que la guerra social generalizada del todos contra todos , solo tiene como intermedio el periódico señalamiento de algún enemigo común que es inmediatamente linchado socialmente en el propio seno del grupo. Tras uno de estos linchamientos psicológicos, necesitamos siempre nuevas víctimas de recambio. La transformación de la violencia física en violencia psicológica permite mantener la ficción de postularnos como una sociedad y unas personas moralmente superiores.

¿Qué es lo que motiva a un acosador, actuar como tal?

El hecho de que “tu estés bien”, es decir seas un buen profesional, estés bien considerado, hayas recibido reconocimientos, premios, ascensos, recompensas, seas una persona feliz, optimista, etc… desencadena en tu acosador sentimientos de celos, ira, rabia y envidia. Pretende eliminar todo ese malestar, eliminando su fuente, es decir, eliminándote a ti. Recuerda que el mayor objetivo de un acosador es eliminar de su proximidad a la fuente de su malestar, es decir, a tí, y que no parará hasta conseguirlo. Para conseguirlo, intentará destruir en ti de manera especial todo aquello de lo que él carece, y que, por tanto envidia. No entres en su juego. No le hagas el favor de cambiar tu forma de ser. Hay que desobedecer al acosador cuando nos ordena dejar de ser honrados, competentes, intachables, es decir, nosotros mismos.

Ya sabes que entre las causas del acoso se encuentran casi siempre la envidia, los celos, y el resentimiento del acosador. Estos sentimientos se suscitan en la medida que se compara con la víctima y descubre en ella los rasgos, características que él no posee. El antecedente de todo mobbing suele ser paradójicamente una relación entre acosador y víctima normal o incluso muy positiva. Presentar el mobbing como la derivación final de un conflicto no es algo real en la mayoría de los casos. El carácter aparentemente incausado del acoso despista enormemente a las víctimas y sitúa al que acosa en una ventaja estratégica que juega a su favor decisivamente en el proceso de destrucción que inicia. Puesto que la víctima no entiende lo que pasa, suele tardar mucho tiempo antes de caer en la cuenta del acoso y pedir ayuda o defenderse.

Si tu acosador es un narcisista, lo que despierta su persecución contra ti no es algo que has hecho, sino algo que eres.

¿Pero cómo sabemos realmente si estamos frente a un acosador narcisista?

Si quieres saber si tu acosador es narcisista aquí tienes la lista de las características principales según la clasificación universal de trastornos psicológicos que los psicólogos utilizan:

a. Posee una idea grandiosa de su propia importancia.
b. Le absorben fantasías de éxito ilimitado y de poder.
c. Se considera especial y único y sólo puede ser comprendido por, y debería asociarse sólo con, otras personas especiales o de alto status personal o institucional.
d. Tiene una necesidad excesiva de ser admirado.
e. Piensa que se le debe todo.
f. Tiene un sentido de «categoría» con irrazonables expectativas de un trato especialmente favorable o de una aceptación automática de sus deseos.
g. Explota interpersonalmente a los demás.
h. Se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines.
i. Carece de empatía y es incapaz de reconocer o identificar las necesidades o los sentimientos de los demás.
j. Suele envidiar a los demás o cree que otros le tienen envidia.
k. Manifiesta actitudes y comportamientos prepotentes y arrogantes.

¿Vivimos en una sociedad que alimenta contínuamente al narcisista?

Vivimos en una sociedad que tiende a convertirnos a todos en potenciales narcisistas, esto es, en personas que reivindican para si mismas un carácter único e inigualable como fuente de la satisfacción y del bienestar psicológico interno. Es patente la falta de autoestima de la mayoría de niños, jóvenes y adultos que nace de una programación social dominante que condena a todos desde muy pequeños al infierno social de la comparación sistemática con los demás y al intento de que estos no nos igualen y aun menos nos superen. Nuestra sociedad en crisis moral, configura crecientemente seres tan individualistas como competitivos que viven en permanencia en rivalidad y en la exacerbación de la envidia. El intento de destacar y de diferenciarse de los demás es la tónica dominante que conduce a relaciones sociales cada vez más nocivas y tóxicas. Un rasgo o característica central de los narcisistas es que estos se hallan continuamente pendientes del espejo social, de quedar bien, especialmente ante los superiores,

¿Bajo qué ambiente es más propicio que se de una relación entre acosador y víctima?

La relación anterior entre acosador y víctima puede ser inexistente. Pero en numerosos casos observamos como anteriormente al acoso existía una relación que se puede calificar no solo como buena, sino como inmejorable. Son frecuentemente antiguos amigos íntimos los que pueden devenir acosadores por el fruto podrido de la envidia y el narcisismo. Cuanto más cercana está la víctima de su futuro acosador, mayor puede ser el mimetismo que lleva a intentar imitarle y apropiarse de las características que tiene el otro.

Y a todo ésto ¿qué busca lograr el acosador?

Los mecanismos de defensa que aparecen ante las cualidades positivas del otro son la negación y la proyección. Niega que la víctima tenga esas cualidades y de este modo intentará hacerla aparecer ante todos los demás como torpe, ineficaz, o maliciosa. . Echa pestes de ella, la calumnia, hace correr todo tipo de bulos y rumores, e intenta por todos los medios perjudicarla. En muchas ocasiones, el acosador intenta indisponer a todos los demás sean trabajadores, clientes o jefes, contra la víctima, envenenándolos mediante mentiras calculadas que hacen que la víctima, frecuentemente sin darse cuenta de lo que ocurre a sus espaldas, pierda pie socialmente. Toma consciencia cuanto antes de todas las actuaciones que se producen contra ti a tus espaldas. Mantén de tu lado a la opinión pública. Lo que quiere tu acosador es que pierdas tu imagen social o te retires. No le hagas ese favor. Dar la batalla de la opinión pública pasa sobre todo por que mantengas la cabeza fría ante los intentos perversos de acabar con tu reputación.

Existe un mito por ahí que se repite y dice que ‘el acoso es un conflicto’

El acoso no es un conflicto, sino un proceso de victimización. Tiene que quedar claro de una vez y para siempre que el mobbing NO es un conflicto entre dos partes. Cierto es que en el origen del acoso puede haber existido un conflicto larvado, y no resuelto. Sin embargo, desde el momento en que una parte intenta terminar con el “conflicto”, eliminando a la otra, ello se ha convertido en un proceso de victimización.

En los conflictos existen:

a. Existen dos o más partes con pretensiones, objetivos, deseos, legitimables y explicitables en términos de reivindicaciones concretas.
b. Esos objetivos son mutuamente incompatibles.
c. Existe un tema o punto de aplicación del conflicto (retribución, vacaciones, promoción, condiciones laborales)
d. Cada parte sostiene una posición legítima sobre el tema o punto de aplicación que no es compatible con la de la otra parte.
e. La contraparte es tomada como contrincante o adversario.
f. Tiende a producirse una negociación para llegar a acuerdos que puedan satisfacer a ambas partes.
g. Cabe la mediación.
h. El antagonismo si surge, se manifiesta en forma de juego personal, intentando obtener el mayor partido en la negociación.

En los casos de acoso no estamos ante un conflicto debido a que :

a. Existen dos partes, acosador y víctima .

b. No hay objetivos mutuamente incompatibles sobre ningún tema o punto de aplicación.

c. El objetivo del agresor ha pasado a ser la víctima.

d. No existe un tema o punto de aplicación sobre el que versa el supuesto conflicto.

Los objetivos del agresor no son legitimables, y por ello tampoco explicitables y por lo tanto se tienden a ocultar o camuflar.

e. La verdadera pretensión del agresor es : someter, apocar, amilanar, perjudicar, destruir, eliminar a la víctima, atentando contra su dignidad como ser humano.

f. La verdadera necesidad de la víctima es : no ser destruida, mantener su dignidad, su salud, su competencia laboral, su buena imagen o reputación. Debido a todo ello no cabe la negociación ni aún menos la mediación.

g. El antagonismo anima y motiva la conducta del agresor, llevado de un proceso de intención, es decir, de un intento persistente de eliminar o destruir psicológicamente a su víctima.

Con frecuencia la ceremonia de la confusión es deliberada y voluntaria. Calificar el acoso como un conflicto como se hace frecuentemente aún hoy, tiene un efecto revictimizador para las víctimas, dando legitimidad ética a la posición siempre inaceptable de aquellos que pretenden destruir a otros. Comprender correctamente el acoso como proceso de victimización, nos sitúa en la perspectiva ética y moral correcta de la verdad de los hechos, y no de la propaganda del acosador y los gangs de acoso, siempre interesados en las cortinas de humo sobre sus actuaciones. Acosador y víctima no son partes de un conflicto personal o laboral, sino los protagonistas de un asesinato psicológico en el que una parte agrede y otra es agredida. Se hacen cómplices de este tipo de crimen los que quitan a las víctimas su status como tales, convirtiéndolas en partes de algún tipo de conflicto

Ahora bien, la víctima podría pensar: «El acoso, ¿existe en verdad?, ¿Son imaginaciones mías?«

La mayoría de las personas que atraviesan un proceso de acoso, sobre todo al principio dudan de lo que les ocurre. A menudo un buen talante, un carácter ingenuo o una personalidad no confrontativa les lleva a tardar en darse cuenta de lo que les están haciendo. Por otro lado muchas personas creen que es otro problema.

Entonces es importante aclarar también lo que NO es acoso:

Correcto, podríamos decir que no es acoso cuando se presentan las siguientes características:

a. tener un mal día en el trabajo.

b. tener un jefe perfeccionista.

c. tener un conflicto puntual con otra persona.

d. tener mucho trabajo y poco tiempo.

e. estar estresado trabajar en un clima laboral enrarecido o conflictivo

f. tener una discusión, o un desencuentro puntual

g. ser despedido del trabajo.

h. ser sancionado por un incumplimiento o falta real

En definitiva, ¿cómo podríamos definir al mobbing después de ver todas estas características?

La mejor definición que tengo en el momento es la de Iñaki Piñuel que dice que es un “Continuado y deliberado maltrato verbal o modal que recibe un trabajador de otro/s, con vistas a reducirlo, someterlo, apocarlo, amilanarlo o destruirlo psicológicamente y que consiste en comportamientos de hostigamiento frecuentes, recurrentes y sistemáticos contra él”.

No renuncies a ser tu mismo ni a tus capacidades. Un narcisista nunca tiene suficiente, y por ello nunca se detiene en el proceso de exterminar a su alrededor cualquier tipo de brillantez, capacidad profesional, o cualidad humana positiva. Cuánto más sacrifiques de ti mismo, más te verás obligado a sacrificar en un ciclo perpetuo y perverso. El hambre de autoestima del narcisista no se sacia jamás.