La empresaria Lourdes Rapalin, junto a la Psicóloga Silvana Giachero concurrieron hace poco tiempo atrás al 3er Congreso de Bullying, Mobbing y Violencia Doméstica, que se desarrolló en Costa Rica, enviándonos un importante material sobre la materia, que no tiene desperdicio.

LourdesRapalinchicoUno de los objetivos de Lourdes Rapalín, es asumir el compromiso de poner en conocimiento de la sociedad, y en especial, del parlamento uruguayo, las diferentes formas de violencia psicológica que existen actualmente, y que muchas veces son “aceptadas” simplemente porque son silenciosas y no tienen consecuencias físicas inmediatas.

Es importante, antes de empezar a hablar de mobbing, o acoso laboral, remarcar y dejar en claro que NO ES ACOSO:

-Tener un mal día en el trabajo.

-Tener un jefe perfeccionista.

-Tener un conflicto puntual con otra persona.

-Tener mucho trabajo y poco tiempo.

-Estar estresado.

-Trabajar en un clima enrarecido o conflictivo.

-Tener una discusión, o un desencuentro puntual.

-Ser despedido del trabajo.

-Ser sancionado por un incumplimiento o falta real. 

Heinz Leymann definió el mobbing:

“Situación en la que una persona ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona o personas en el lugar de trabajo, con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona o personas acaben abandonando el lugar de trabajo».

“El crimen Perfecto”

No hay violencia física, no deja rastros de sangre, no deja hematomas.

Es silencioso, no deja pruebas y es la persona misma la que decide suicidarse.

 Mobbing-Acoso moral laboral es:

La violencia psicológica que crece en el silencio, es la tortura psicológica a la que cada vez más trabajadores en nuestro país se ven sometidos por meses y años, desgastando su salud física, deteriorando su economía, desarmando sus vínculos y dañando, muchas veces irreversiblemente, su Psiquis.

Hay aún quienes pretenden colocar en un plano de igualdad la verdad de las víctimas y la verdad de los perseguidores como si la realidad fuera una cuestión de perspectiva y no existieran datos objetivos y objetivables para establecer que las conductas de acoso existen en verdad y que las víctimas no deliran.

En lugar de ser percibidas como tales, las víctimas de mobbing suelen ser por el contrario considerado como justamente retribuidas por un orden social coherente, justo y por un modo de hacer las cosas que no puede ser sino el que es.

Situar la verdad de los perseguidores en el mismo plano que la verdad de las víctimas supone que ya no hay diferencia, ni verdad para nadie. Los “amigos de la neutralidad” reivindican su sinceridad y aparente ecuanimidad ante el acoso, pero su verdad supone el linchamiento de víctimas inocentes. Hay que elegir siempre entre estas dos perspectivas: la de la víctima o la del victimario. En materia de mobbing, evitar tomar partido supone siempre una estafa, prolonga el ocultamiento del mecanismo del chivo expiatorio y nos convierte en cómplices eficaces de todos los perseguidores.

La apasionada defensa de las víctimas de acoso es la fuente del saber científico y real en torno al mobbing. Dejando aparte todas las calumnias y versiones míticas que pretenden contar la realidad al revés y hacer a las víctimas merecedoras y culpables de lo que les sucede, se alza para todos aquellos que quieran reconocerla, como una luz resplandeciente, la Verdad.

Recuperada la convicción de su inocencia, pueden sentirse al fin merecedoras de lo bueno. Pueden defenderse y reivindicar el derecho fundamental de todo ser humano a la dignidad, al respeto… también, claro que si, en su trabajo. Cuando vamos al trabajo no dejamos colgados afuera, junto al abrigo, nuestros derechos fundamentales como seres humanos.

Si bien es verdad que como sociedad nos repugnan de manera creciente todas las formas de violencia, también es cierto que hemos refinado nuestras formas de ser violentos los unos con los otros. Pasada una época en la que el maltrato físico y psicológico a la propia esposa, a los hijos, a los compañeros del colegio, o a los empleados, (mi marido me pega lo normal, mi jefe me acosa lo normal, etc…) se veían como algo normal, estos tipos de comportamientos se van haciendo cada vez más inadmisibles y reprensibles a ojos de la mayoría. Conocemos cada vez mejor los efectos que la violencia, en otro tiempo mejor camuflada, produce en nuestro entorno doméstico, laboral, escolar… Sabemos que la violencia psicológica es verdadera violencia y que produce verdaderas víctimas.

La violencia psicológica dominante en las relaciones humanas actuales es el fruto de este mecanismo de desplazamiento. Preferimos la violencia psicológica a la física porque es invisible y nos permite mantener una buena opinión acerca de nosotros mismos y al mismo tiempo gozar de los efectos mágicos y trascendentales que toda violencia tiene.

Es importante destacar que no existen empresas, ni instituciones hostigadoras, siempre el hostigador es una persona, con nombre y apellido, dentro de una empresa.

Todas estas formas de VIOLENCIA constituyen un ATENTADO contra la DIGNIDAD y la LIBERTAD del SER HUMANO