Reina Debbie no suena precisamente bien. Rey Bob parecería incluso cacofónico. Poner el nombre a un bebé no es tarea fácil, mucho menos cuando se trata de un futuro monarca.
Las casas de apuestas en Gran Bretaña tienen algunas ideas para la duquesa Catalina y el príncipe Guillermo: Alexandra es el claro favorito entre los nombres y el jueves las apuestas estaban 2-1. Una de estas casas, Coral, informó que hubo un momento en que las apuestas por ese nombre eran tantas que tuvo que suspenderlas.
Elizabeth, Diana y Victoria están muy cerca, siguiendo a la fuerte especulación de que el primogénito de la pareja será niña.
«Los nombres de la realeza tienden a basarse en monarcas anteriores, familiares y abuelos para asegurar la continuidad», dijo la historiadora Carolyn Harris, de la Universidad de Toronto.
«Por lo general, los nombres no salen de la nada. Será algo que encaje en el linaje real, nombres utilizados por reyes o reinas anteriores», agregó.
Alexandra parece tener buen augurio, es el nombre de la bisabuela de la reina Isabel II, una princesa danesa que se casó con Eduardo VII.
El nombre de la misma Isabel también incluye Alexandra y María, el de su abuela.
No está claro por qué de pronto la gente se entusiasmó tanto con el nombre de Alexandra en los últimos días, aunque Simon Clare, portavoz de Coral, ofreció una pista: muchas de las apuestas al parecer se han hecho en Berkshire, donde se ubica la residencia real del Castillo de Windsor.
«Con este tipo de mercados, no esperes una oleada repentina de dinero. Por lo general surge cuando la gente cree que sabe qué sucedió», dijo. Agregó que también puede ser que «alguien en un bar local dijo que a Catalina le gustaba la idea de ese nombre».
Entonces es mucho más confiable escarbar en los árboles genealógicos de la familia real en busca de pistas.
En la Edad Media, los monarcas algunas veces utilizaron nombres de santos, pero desde entonces la mayoría de ellos se han llamado igual que otros antecesores: Enrique, Guillermo, María, Jaime, Ricardo, por mencionar algunos.
Otros nombres no provienen de ancestros, sino que pueden interpretarse como símbolos con significado nacional, explicó Harris.
Por ejemplo, Arturo, el nombre intermedio los príncipes Carlos y su hijo Guillermo, evoca al legendario rey de las historias de caballeros, un tema favorito y arraigado en la literatura británica.