Después de la derrota, la más abultada sufrida por Brasil durante su participación en las 20 ediciones de los mundiales y calificada como «vergonzosa» por la mayoría de la prensa, algunas personas causaron violencia y confusión.
En Belo Horizonte, donde se disputó el partido, el bohemio barrio de Savassi, el más visitado por los turistas con un promedio de 25.000 personas en sus bares y calles, se sucedieron peleas callejeras que terminaron con doce detenidos.
Dentro del estadio hubo desmanes y varias personas que intentaron destruir parte del patrimonio público debieron ser expulsadas del recinto deportivo y custodiadas por la Policía hasta la salida, según las autoridades.
En San Pablo, mientras la tristeza cundía en algunos lugares preparados para el festejo, como el bohemio barrio de Vila Madalena y la FanFest, donde muchas personas se retiraron antes de finalizar el partido, otros puntos de la mayor ciudad brasileña eran testigos de una oleada de violencia.
La empresa municipal de transportes SPTrans confirmó que un garaje de una empresa de autobuses en la zona sur de la ciudad, próximo a la represa de Guarapiranga y a la carretera de M’Boi Mirim, fue atacado por desconocidos que prendieron fuego a 15 autobuses que estaban estacionados y fuera de servicio. El hecho ocurrió media hora después del final del partido que se disputó en Belo Horizonte.
La Policía informó a Efe de que nadie resultó herido en el incendio de los autobuses y señaló que la «primera hipótesis» en la línea de investigación es que se trató de una «reacción» por el partido, aunque no se descarta que el hecho pudo ser «aislado» y da continuidad a la ola de ataques que sufre el transporte público.