La decisión de la Justicia de sentar en el banquillo al vicepresidente argentino, Amado Boudou, amenaza con amargar la Navidad al Gobierno y muy especialmente a la presidenta, Cristina Fernández, su principal valedora, en la recta final de su mandato.
Boudou ha pasado de ser un funcionario exitoso con una carrera meteórica a la sombra del kirchnerismo a convertirse enel primer vicepresidente argentino en activo en llegar a juicio.
El juez Claudio Bonadío, que también investiga presuntas irregularidades en una de las empresas de la presidenta argentina, procesará a Boudou por falsificación de documentos en la compra de un vehículo de alta gama, el más leve de los presuntos delitos que se le imputan en otras causas por corrupción abiertas en su contra.
Aunque se trata de un delito menor, sancionado con entre uno y seis años de cárcel en el Código Penal argentino, es altamente improbable que termine en la cárcel y aún ni siquiera hay fecha para el juicio, la decisión de Bonadío es un mazazo para el oficialismo a las puertas de un 2015 electoral.
Cristina Fernández, que cuando comenzaron a conocerse las causas contra Boudou llegó a decir que se trataba en realidad de una ofensiva contra ella, relegó después a un discreto segundo plano a su vicepresidente y ha optado ahora por un llamativo silencio.
Mientras la oposición pide que el vicepresidente sea apartado de inmediato de sus funciones, el Gobierno trata de limitar el alcance del escándalo.
Fuente: Univisión