Por Psicóloga Tania Pérez
Un recuerdo es la imagen del pasado que se tiene escondida en la memoria, por tanto, la memoria es la capacidad para almacenar, retener y recordar información, es la función cerebral que gracias a las conexiones sinápticas entre las neuronas que nos permite retener las experiencias pasadas. Cuando las neuronas dispuestas en un circuito refuerzan la intensidad de la sinapsis, inevitablemente, se estarán creando recuerdos.
Las emociones se adhieren a los recuerdos, en cambio los acontecimientos indiferentes, que no movilizan ninguna emoción se olvidan y no influyen en la personalidad. Los recuerdos se pueden movilizar por medio de emociones, a través de estímulos sensoriales relacionados con el ambiente, como la vista, el oído y el olfato. Las emociones forman la memoria y actúan en forma selectiva, guardando algunos recuerdos y otros no, según sea el estado de ánimo. Estos recuerdos forman la identidad, sirven para actuar de manera coherente, tomar decisiones y poder proyectarse en el futuro.
Se recuerdan con preferencia los sucesos emocionalmente significativos que le dan sentido a la existencia. Un recuerdo será aquello que sirve para recordar a alguien o algo, un elemento, un objeto. Es una práctica muy común que los seres humanos realizamos, guardamos objetos, imágenes, olores que son recuerdos de diversas personas o momentos que fueron aconteciendo en nuestras vidas. Normalmente se guardan los elementos que nos remiten a lindos recuerdos. Entre varias cosas que las personas guardamos como recuerdos momentos, de alguien que queremos mucho y por caso puede no estar con vida ya y por ello es por lo que el recuerdo que tenemos de ella asume otra importancia en nuestras vidas.
La memoria puede sufrir amnesia o represión, esta es la ausencia de recuerdos de un momento determinado de nuestras vidas. La persona que la sufre tiene consciencia que esos recuerdos existen, pero los niega o no los encuentra, pueden reaparecer con sensaciones, olores, imágenes, sueños, etc. Una amnesia puede estar causada por un fuerte shock emocional. Cuando la imagen del yo está desdibujada y débil, cuando sólo se recuerdan los malos momentos, condición que fortalece el miedo. Se puede provocar estrés postraumático, fobias, etc.
No todas las personas son conscientes de sus emociones y no las expresan con facilidad, las inhiben, lo mismo pasa con los recuerdos. Cuando se trata de personas que controlan sus emociones tienen una representación menos detallada de sus recuerdos y un menor compromiso emocional. Estar en contacto con recuerdos implica encontrarse con emociones, cuando estas imágenes o sensaciones no son tan agradables, hay que aprender enfrentarlas, y muchas veces surge la necesidad de hablar y expresar emociones. Cuando estas emociones y recuerdos generan traumas o una angustia constante se puede pedir ayuda y buscar el origen de lo que sucede y se puede mejorar.